¿Qué es lo que realmente nos dice el aura?

¿Para qué nos sirve la información sobre nuestra aura? ¿Su color, brillo y su forma son indicadores de evolución? ¿La luz del aura es luz espiritual? ¿Podemos determinar la luz de una persona a través de su aura? Las respuestas a estas preguntas no son sencillas.

Las creencias que predominan sobre el tema posiblemente hayan contribuido a crear distorsiones respecto a la función que cumple este campo bioelectromagnético, rodeándolo de un halo mágico que confunde tanto al que percibe como al que busca que le den información sobre su aura.   Se trata de otro de los temas que causan gran fascinación en el mundo de la Nueva Era. 

Ver el aura de alguien o saber cómo y de qué color es el aura personal son tópicos que generan mucha curiosidad. Siempre observo cómo,  con su sola mención,  se despierta el niño interno de cada quien, que espera con ansías que le digan los colores de su aura y se ilusiona si le dicen que es grande, brillante y de algún color que juzga como el de un ser de luz. 

Otros se decepcionan, asustan  y sienten rechazo si les dicen que hay poco brillo, algún color que se cree negativo  o indicios que se consideran de poca evolución. Los niños internos exaltados llegan hasta juzgar a otros o autojuzgarse como malas o buenas personas de acuerdo a la evaluación que se haga de su campo aurico. 

Hay gente que incluso hace ejercicios para desarrollar sus sentidos extrasensoriales y ver el aura, creyendo que esa capacidad de percibir es parte del trabajo espiritual que deben realizar. Muchos de ellos solo centran su búsqueda en el desarrollo del psiquismo. 




Por ello, es importante evaluar hasta qué punto es posible determinar el nivel espiritual de alguien a través de las características de su aura. Tal conocimiento requiere analizar lo investigado acerca del campo electromagnético humano, yendo más allá del velo mágico que rodea al tema.    

FENÓMENO QUE SE REPLICA EN EL ASTRAL 
Los estudios indican que el aura está compuesta por emanaciones lumínicas ultravioletas que no están a la simple vista del ojo humano. Tales emanaciones responden a procesos químicos, celulares y hormonales en el interior del organismo, los cuales dependen de las emociones y el carácter del individuo.

La luz solar o la onda electromagnética es absorbida por los ojos y la piel y luego es procesada químicamente por los vórtices energéticos del cuerpo, que a su vez actúan directamente sobre las glándulas y las secreciones hormonales, dándole color al aura. 

En medicina china se toma el aura como sinónimo de un tipo de energía denominada Wei, que según la concepción de los chinos consiste en un campo protector -formado por la conjunción de los meridianos de acupuntura- que rodea al cuerpo e impide la entrada de patógenos externos al organismo. Esta energía se forma a partir de procesos vitales como la alimentación, la respiración y el procesamiento de las emociones.

Ambas concepciones ubican al aura en los planos etérico y astral, los más cercanos al plano físico, pero invisibles al ojo humano. El plano etérico está relacionado con el qi (en chino) o el prana (en el hinduismo), que no es más que la energía vital necesaria para el funcionamiento del organismo. Mientras en el plano astral se mueven las emociones y pensamientos que constantemente emanamos.



Desde esta perspectiva el aura es producto de una reflexión y absorción de la luz, fenómeno físico que se replica en el etérico y el astral, mediante el cual podemos entender la función del aura si entendemos el proceso en el plano físico (como es arriba es abajo y como es abajo es arriba, dice la ley hermética).

El fenómeno óptico de reflexión es conocido en la física y explica la interacción de la luz con los objetos y la percepción del color. 

Todo cuerpo u objeto está compuesto por sustancias que absorben y reflejan las ondas electromagnéticas o solares, es decir, absorben y reflejan colores. Cuando un objeto se ve blanco es debido a que recibe todos los colores básicos del espectro (rojo, verde y azul) y los devuelve reflejados, generándose así la fusión de los tres colores, el blanco.

El tomate le vemos de color rojo, porque el ojo sólo recibe la luz roja reflejada, absorbe el verde y el azul y refleja solamente el rojo; un plátano amarillo absorbe el color azul y refleja los colores rojo y verde, los cuales sumados permiten visualizar el color amarillo. Si el objeto se ve negro es porque absorbe todas las radiaciones electromagnéticas y no refleja ninguno color.

Lo mismo sucede en el plano astral, donde también existe una interacción de los objetos y sujetos de ese plano con las ondas solares. Recordemos que todos los objetos y sujetos -incluyendo las luminarias como el Sol-  tienen sus contrapartidas etéricas y astrales. 

EL AURA ES LUZ ASTRAL
Como el aura actúa justamente en el astral, podemos concluir que la luz del aura es luz astral y los colores que se perciben en ella son colores astrales,  y como tales no puede ser indicadores del nivel espiritual de las personas.

Visto de esta forma, la función del aura tiene que ver con la metabolización de energías y no con su sutilización. Dos procesos distintos que marcan la diferencia entre el uso de las  energías para el funcionamiento vital del cuerpo y su uso para el trabajo espiritual. 
“La metabolización comprende el concepto de transformación de las energías, es decir; el cambio de valores dentro de un mismo orden o plano; o sea: un proceso cuantitativo. La sutilización, en cambio, involucra el pasaje de valores de un orden determinado a otro superior; por ejemplo de un plano energético a otro más sutil; se está entonces en presencia de un proceso cualitativo.”


LOS COLORES ASTRALES
El yoghi Swami Panchadasi expresa que "como sus homólogos del plano físico, todos los colores astrales se obtienen de tres colores primarios, a saber rojo;azul y amarillo."

De estos tres colores primarios se forman todos los otros colores. A continuación de los colores primarios, encontramos los llamados colores secundarios, a saber: verde, derivado de la combinación del amarillo y del azul; naranja, formado por la combinación del amarillo y el rojo, y púrpura, formado por la combinación del rojo y el azul. Nuevas combinaciones producen los otros colores, como por ejemplo, verde y púrpura forman el verde oliva; naranja y púrpura forman el bermejo; verde y naranja forman el citrino".
 El negro se denomina ausencia de color, mientras que el blanco es realmente la mezcla armoniosa de todos los colores... La mezcla de los colores primarios en proporciones variadas produce lo que se denomina "matices" de color. Agregando blanco a los matices, obtenemos "tintes", mientras que mezclando negro producimos "tonalidades". Estrictamente hablando, negro y blanco son conocidos como colores "neutros".
Algo típico en el plano astral es la movilidad y el cambio constante, por tanto no es adecuado decir que el aura tiene un determinado color de forma fija y permanente. 
Los colores astrales muy raramente se hallan quietos, ya que toda actividad mental y emocional es el resultado de vibración, cambio y movimiento rítmico. Consecuentemente, los colores del aura presentan una apariencia de kaleidoscopio de constante cambio de color, forma y agrupamiento - un gran despliegue eléctrico, por decir así, trasladándose continuamente, cambiando y mezclándose. 
El autor explica que las variadas combinaciones de los tres colores primarios astrales se forman en conexión con negro y blanco. La combinación y mezcla de los colores astrales es innumerable, y presenta una casi infinita variedad y en muchos casos  el cuerpo de un color se encuentra rayado, listado, salpicado de puntos o nublado por otros colores. A veces se percibe la mezcla de dos corrientes de color antagónico luchando una contra otra antes de mezclarse. 



¿QUÉ HACEMOS CON LA INFORMACIÓN SOBRE NUESTRA AURA? 
Pues sirve para conocer el estado energético de la persona en determinado momento o en alguna circunstancia.

Un color que predomina puede señalar una emoción que se sostiene por mayor lapso de tiempo, dando pistas del estado mental y emocional que prevalece en la persona, sin que ello sea base para juzgarlo o criticarlo porque cada caso dirá si eso es negativo o positivo para ella, de acuerdo a su experiencia y su situación particular. 


Un color en sí mismo no es bueno ni malo, solo representa un estado que ha cambiado y que lo más seguro es que volverá a cambiar. 


Al igual que los colores, la forma y las características darían pista de algún problema en la metabolización de la energía a través de los chakras y los meridianos,  el cual en caso de persistir  puede derivar en alguna enfermedad física o emocional. 


Estos datos sirven entonces como parte de métodos de diagnóstico energético, y por tanto, al ser el aura luz astral, no puede usarse como señal para determinar si una persona tiene mucha o poca luz espiritual o si es un ser evolucionado o no. 





Se supone que los seres más evolucionados o de mayor luz que viven en este plano físico deberían manifestar auras más armónicas, grandes y brillantes. Esto es cierto, pero solo en parte, dado que se trata de seres encarnados -y por ende con personalidad (cuerpo, mente y emociones) y procesos kármicos que trabajar en el aquí y en el ahora-.  En función de ello, es posible que sus auras presenten indicios de problemas de metabolización sin que ello merme su verdadera luz, la luz espiritual que fluye desde el alma a través de los cuerpos más sutiles y que la mayoría de los psíquicos astrales no pueden percibir.  
Por supuesto que las personas que practican espiritualmente pueden ver el aura de otras personas. Pero ese es sólo el aura del astral. Los seres más evolucionados sólo miran al alma de la persona, con o sin el aura. El alma es siempre perfecta, más brillante que millones de soles puestos juntos. Es sólo que a veces está cubierta (y no se ve).
El aura es diferente de la luz. Las auras son de diferentes colores: a veces negras, a veces color café, y a veces amarillas o rojas. Depende del temperamento de la persona en ese momento. Pero cuando se ve a una persona con un aura espiritualmente fuerte, tú sabes que es diferente...  Todos tienen un aura. Pero la gran luz de una persona iluminada es  diferente...Eso es diferente del aura... La luz alrededor de Buda y Jesús se llama halo. Cuanto más iluminada sea una persona, más brillante es la luz alrededor de él o ella. Pero sólo cuando has abierto el ojo de la sabiduría, puedes ver si esa persona tiene luz o no.
Extractos expuestos por la Maestra Suprema Ching Hai, Naciones Unidas, Nueva York, EUA; 1992, 1993, 2000. 


Fuentes consultadas:
Swami Panchadasi. El Aura humana
Vinardi, Livio. Biopsicoenergética


Escrito por Glenda González


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